Hoy, unos de esos días en que mis fuerzas se
esfumaron. Hoy uno de tantos, en que mi debilidad se ha evidenciado.
Soy frágil mariposa,
desde su capullo, intentando salir pero nada parece ayudar.
Este
momento unido al descenso de mis fortalezas, me hace reflejarme en el espejo y
lucir un reflejo de indefensión notable. El olor a no puedo se cuela en mis
sentidos. Y así me llegan mil cosas, más y más cosas, y no le atino a una, a
media, ni a un cuarto.
¿Te has sentido alguna vez así?
Usualmente
cuando no puedes hablar o no quieres para que nadie te vea llorar. Donde te
presientes al borde de quebrarte mostrando tus sentimientos a flor de piel. O
tal vez en una delirante etapa (por delirante entiéndase algo que te aqueja, no
es para suicidarse, pero te entristece y crees que no está ya en tus manos
sobrepasarla, al menos no prontamente).
¿Y entonces que se hace?
He decidido
hablarlo, bueno casi lo hice, dije poco, mostré poco, pero alguien me ha respondido
y justo mas allá de lo esperado.
Mi conclusión
del día, algo sencillo, a continuación:
Nunca
asumas que aquel que te escucha no te aportará nada, no porque sea incapaz de
hacerlo, sino porque por cosas de la vida (predisposición), ya habías entendido
que no tenia caso tan si quiera hablarlo.
Casi
siempre una persona amiga o cercana puede darte una visión más amplia o
simplemente diferente. Eso te da otro enfoque, quizás más simple, quizás más
adecuado, quizás malo pero con algún(os) detalle(s) que te aporten y colaboren con la solución.
En otro
orden, en el caso de que su visión no sea elevada, sino idéntica, pues qué
importa, al menos terminas sonriendo por haberlo dialogado (una descarga
eficiente y gratis).
Entonces no
asumas, comunícalo, yo no le veo mucho que perder…. ¿Y tú?