domingo, 5 de febrero de 2012

Domesticando Zorros

La amistad es un sentimiento que inspira, guía y fortalece. También hace reír y llorar cuando corresponde. Apropósito del día de la amistad, encontré en este artículo que me gustó bastante y quiero compartirlo.

Domesticando Zorros
En el capitulo XXI de “El Principito”, Antoine de Saint-Exupéry nos relata una profunda conversación entre el Principito y un zorro. A continuación un fragmento:
Pero… q ¿Quién eres tú?, preguntó el Principito. Eres muy hermoso.
-Soy un zorro, dijo el zorro.
-Acércate, ven a jugar conmigo, propuso el Principito. Estoy tan triste!
-¿Jugar contigo? No, no puedo, dijo el zorro. Aún no estoy domesticado.
Ah! Perdón, se excuso el Principito. Interrogó luego de meditar un instante: Has dicho domesticar? ¿Qué significa domesticar?
-Tu no eres de aquí afirmó el zorro, ¿Puedes decirme que es lo que buscas?
- Busco amigos, ¿Qué significa domesticar?
-¡Ah!, es una cosa muy olvidada, respondió el zorro. Significa “crear lazos”.
¿Crear lazos?, pregunto el Principito.
-Así es, “Tú para mí, no eres más que un jovencito semejante a cien mil muchachitos. Además no te necesito. Tampoco tú a mí. No soy para ti más que un zorro parecido a cien mil zorros. En cambio, si me domesticas, sentiremos necesidad uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo.
 Luego prosiguió: Mi vida es algo aburrida. Cazo gallinas y los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen, como también los hombres se parecen entres sí. Francamente me aburro un poco. Estoy seguro de que… si me domesticas, mi vida se verá envuelta por un gran sol. Podré conocer un ruido de pasos que será bien diferente a todos los demás. Los otros pasos me hacen correr y esconder bajo la tierra, Pero el tuyo sin embargo, me llamará fuera de la madriguera, como una música. ¡Mira! ¿Puedes ver allá a lo lejos los campos de trigo? Yo no como pan, por lo que para mí el trigo es inútil. Los campos de trigo nada me recuerdan. ¡Es triste! Pero tú tienes cabellos de color oro. Cuando me hayas por fn domesticado, el trigo dorado me recordará a ti. Y amaré el sonido del viendo en el trigo.
El zorro en silencio, miró por un gran rato al Principito.
-Por favor… ¡Domestícame!, suplicó.
- Lo haría, pero no… dispongo de mucho tiempo, Quisiera encontrar amigos y conocer muchas cosas.
-¿Sabes? Sólo se conocen las cosas que se domestican, afirmó el zorro. Los hombres carecen ya de tiempo. Compran a los mercaderes cosas ya hechas. Y como no existen mercaderes de amigos, es muy simple, lo hombres ya no tienen amigos. Si realmente deseas un amigo, ¡domésticame!
-¿Y que es lo que debo hacer?                                          
-Debes tener suficiente paciencia. En principio, te sentarás a cierta distancia, algo lejos de mí, sobre la hierba. Yo te miraré de reojo y tú no dirás nada. La palabra suele ser fuente de malentendidos. Cada día podrás sentarte un poco más cerca.
Al otro día el Principito volvió: -Lo mejor es venir siempre a la misma hora, dijo el zorro. Si sé que vienes alas cuatro de la tarde, comenzaré a estar feliz desde las tres. A medida que se acerca la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro estaré agitado e inquieto: comenzaré a descubrir el precio de la felicidad. En cambio, si vienes a distintas horas, no sabré nunca en qué momento preparar mi corazón… Los ritos son necesarios.
-¿Qué son los ritos? Preguntó el Principito.
-Se trata también de algo bastante olvidado. Esa aquello que hace que un día se diferencie de los demás, una hora de las otras horas. Te daré un ejemplo. Entre los cazadores hay un rito. Todos los jueves bailan con las jóvenes del pueblo. Para mí el jueves es un día maravilloso, ya que paseo hasta la viña. Si los cazadores no tuvieran u n día fijo para su baile, todos los días serían iguales y yo no tendría vacaciones.
Fue así como como el Principito domesticó al zorro. …

1 Tener amigos implica la capacidad de crear lazos con las personas. Significa ser capaces de domesticar el zorro que llevan dentro, que se ha forjado a fuerza de protegerse y del miedo a mostrarse vulnerable y necesitado ante el otro. Esta necesidad no es un llamado a la dependencia que anula, somete e inutiliza: reconocer que somos con el otro y que nadie es feliz sin este contacto cercano que nos humaniza.
2 Todos necesitamos ser domesticados. Se precisa alguien con la entereza, la paciencia de acercarse a nuestra realidad frágil, muchas veces blindada por heridas, y ayudarnos a salir fuera de la madriguera. Domesticar y ser domesticado da miedo. Hay que encontrar quien descubra la belleza del zorro, no exenta a veces de su instinto de cazar; sentirnos invitados a mostrar lo débil y precario que llevamos dentro, sabiendo que cada cual es único y especial.
3 Para hacer amigos hay que preparar el corazón. Los ritos son necesarios, llamadas telefónicas, encuentros periódicos, compartir en alguna fiesta y también alguna pena.  Requiere dedicar tiempo  no se compra ya hecha.
4 Los amigos son únicos. No importa cuántos tengamos, cada uno aporta a nuestra vida su originalidad. Más allá de tolerar las diferencias, aprendemos a valorarlas. Aprendemos a reconocer el ruido de sus pasos, que es diferente a los demás. Su personalidad, su risa, sus reacciones, su cariño, nada se compara a los de cien mil muchachitos y cien mil zorros que andan en el bosque.
5 La amistad también tiene su precio. Sentarse cada día un poco más cerca implica riesgos. A veces son palabras que provocan malentendidos otras, despedidas que generan tristezas. Las más de las veces, el dolor sufrido, no es intencional. Siempre valdrá la pena domesticar, pues es el precio de conocer la felicidad. Ganamos experiencias imborrables, como la música de los pasos que se acercan y el sonido del viento en el trigo.

Fuente: Revista Rayo de Luz (Febrero 2012, NO. 132)

1 comentario:

  1. los zorros son geniales y pienso que este articulo estimara a mucha gente

    ResponderEliminar